1. Se corre menos en la segunda parte que en la primera.
Es muy común oír esta reflexión cuando se trata de fútbol. De forma subjetiva el espectador percibe que los jugadores están corriendo menos, están cansados , y por tanto esto hace que estén jugando peor, no lleguen balones, pierdan los duelos individuales... etc. Sin embargo, si bien es cierto que si se somete a estudio, las distancias recorridas en la segunda parte disminuyen con respecto a la primera, esto tiene que ver más con el tiempo efectivo de juego, es decir, el tiempo de juego real, que con aspectos de condición física.
Para demostrarlo nos apoyamos en el estudio realizado por Rey, Casais, Lago y Lago. Estos autores determinaron que el tiempo efectivo de juego en un partido oscila en torno a los 54 minutos, siendo significativamente mayor en la primera parte con respecto a la segunda. Por lo tanto es lógico que las distancias totales recorridas sean mayores en la primera parte, ya que se ha jugado más tiempo. Sin embargo si se dividía el partido en franjas de 15 minutos, y se analizaba el tiempo efectivo de juego y la distancia recorrida en dichas franjas por parte de los jugadores, se vio como no había diferencias significativas entre las distancias recorridas en la primera o en la segunda parte. De hecho, entre el minuto 75 y 90 era cuando más distancia se cubría con respecto a las demás, ya que era también cuando más tiempo efectivo de juego había.
2. Hemos perdido porque el equipo está mal físicamente.
Es muy habitual que, si el equipo gana, la percepción subjetiva desde fuera sea que físicamente se "ha dado la talla", sin embargo, si a la semana siguiente se pierde, aunque no haya existido tiempo suficiente para producir cambios en la condición física del equipo, se piensa que físicamente el equipo ha estado mal.
Como vemos, el resultado final de un partido altera la percepción del espectador acerca del rendimiento físico del equipo. Pero si bien es cierto que hay una alta variabilidad entre partidos en las distancias recorridas a alta velocidad, se ha demostrado que dicho rendimiento depende más de variables contextuales que de la condición física de los futbolsitas. En concreto, la localización del partido (local o visitante) y la situación del marcador han sido definidas como las más influyentes:
1.- Localización del partido: Cuando los equipos juegan en casa, recorren una mayor distancia a baja intensidad (menos de 14,1 km/h). Además, cuanto mayor es el nivel del rival, más aumenta la distancia recorrida a baja intensidad.
2.- Situación del marcador: Los futbolistas recorren un 25% menos de distancia a alta intensidad (más de 19,1 km/h) cuando van ganando. Esto hace pensar que el despliegue físico del equipo depende más de si está obligado a llevar la iniciativa para reducir la desventaja. En otras palabra, cuando los equipos van perdiendo corre más y a más intensidad ya que se encuentran en situación de iniciativa.
3. La necesidad de realizar rotaciónes
El fútbol se considera un deporte con alta densidad competitiva, estableciéndose que, en ligas profesionales, se juega un partido cada 4,3 días. De esta forma, se suele asumir que en periodos con un calendario cargado de dos partidos por semana, los equipos deben realizar rotaciones, ya que la acumulación de partidos puede influir en la forma física de los jugadores.
Diversas investigaciones se han centrado en ver como afectan a los equipos dichos periodos, no encontrándose diferencias significativas en el rendimiento físico de los jugadores entre periodos competitivos cargados y no cargados. Sin embargo, si que se ha determinado que el riesgo de lesión aumenta significativamente en periodos cargados de partidos, por lo que en este contexto se antoja vital el establecer estrategias adecuadas de recuperación.
4. El equipo ha corrido poco en el partido porque entrenó demasiado esa semana
Otra reflexión muy común dentro del entrenamiento, es que si se se somete al equipo a sesiones de entrenamiento demasiado exigentes, se fatiga a los jugadores y estos no van a poder responder a las demandas de la competición.
Hay estudios que han hallado correlaciones significativas entre una alta percepción del esfuerzo por parte de los jugadores con respecto a las sesiones de entrenamiento y una mayor distancia recorrida a alta intensidad en el partido inmediatamente posterior. Esto indica que establecer sesiones intensas tanto física como psicológicamente no resulta perjudicial para la competición.
5. Los equipos que son mejores corren más
A menudo, al hablar de los equipos que se encuentran en la parte alta de la clasificación, no sólo se asocia esa superioridad a que son mejores en el aspecto técnico-táctico, sino a que también son físicamente superiores.
No obstante, se ha demostrado que las cargas soportadas, tanto en entrenamientos como en partidos, son significativamente superiores en equipos de menor nivel competitivo, especialmente en los indicadores de intensidad del esfuerzo. Esto indica que los equipos inferiores deben realizar un mayor esfuerzo físico, lo cual puede deberse a que deben compensar en cierta medida sus deficiencias técnico-tácticas.
6. Si mi equipo tiene más posesión, tengo más opciones de ganar el partido.
Si vemos cualquier retransmisión televisiva de un partido de fútbol, observamos como recurrentemente se muestra al espectador la estadística de posesión de balón de ambos equipos. Este es un dato muy comentado en la actualidad ya que, de forma general, se asume que el equipo que cuenta con una mayor posesión tiene más opciones de ganar el partido.
Sin embargo, si bien es cierto que disponer de mayor posesión de balón hace que se den un mayor número de situaciones de ataque y finalización y que por tanto se pueda vincular al éxito, solo se ha encontrado una correlación del 31% entre la posesión de balón y los puntos ganados al final de temporada. Del mismo modo, se ha visto que la estadística que mayor relación tiene con la victoria final no es la posesión, sino la relación entre tiros totales y tiros a puerta, estableciéndose que unos buenos índices de rendimiento son efectuar en torno a quince tiros, de los cuales un 40% deberían ir a puerta.
También hay que tener en cuenta la paradoja que dice que cuando un equipo tiene la posesión de balón dispone de un mayor número de situaciones de finalización pero cuando no la tiene no sucede lo mismo de manera inversa. Es decir, cuando los equipos no tienen el balón no son atacados de la misma medida que atacan ellos cuando si la tienen. Al no encontrar una explicación estadística a este fenómeno, se ha establecido que la estrategia seguida por el equipo ante las diversas situaciones que se dan en el partido, puede enmascarar los efectos que realmente tiene la posesión sobre el resultado final.
Las variables contextuales podrán afectar al rendimiento de los equipos, ya que estos muestran comportamientos diferentes al jugar en casa o fuera. Se puede intuir por tanto que en el resultado final influyen más aspectos como el sistema o jugadas de estrategia utilizadas, que el hecho por si mismo de tener una mayor posesión.
Bibiliografía de apoyo
Fuente original: Mundo Entrenamiento
Calahorro, F. La percpeción subjetiva del esfuerzo como herramienta válida para la motorización de la intensidad del esfuerzo en competición de jóvenes deportistas.
Casamichana D. Típicos tópicos de la preparación física en el fútbol