lunes, 24 de diciembre de 2018

Entrenamiento, automatismos y toma de decisiones

La clave del entrenamiento y en lo que mas tendríamos que hacer hincapié los entrenadores, dado que es lo que marcará la diferencia entre jugadores, desde etapas benjamines hasta juveniles, debería ser la toma de decisiones o, lo que es lo mismo, enseñar a los deportistas a encontrar soluciones a los problemas que les plantea el propio juego de la manera más rápida y eficaz posible, enseñar a los jugadores a entender su deporte.


Concretamente, en el fútbol tenemos ciertas variables que influyen en el proceso de toma de decisión, como pueden ser el espacio en el que nos encontremos (situación en el campo), el tiempo que tiene el jugador para decidir y llevar a cabo una acción, el balón, la posición de rivales y compañeros. Debido a todas estas variables podemos dividir el proceso de la toma de decisiones en una serie de fases inherentes a la toma de decisión:
  1. Observación: el jugador debe comprender en el menor tiempo posible la situación de cada una de las variables anteriormente vistas y tener claras las posibles alternativas que puede tomar para solucionar el problema que se le crea.
  2. Análisis: debe analizar las alternativas que se le plantean en función de las variables y qué ocurrirá en el caso de que decida tomar cada una de las opciones.
  3. Solución: el jugador decide cuál de las alternativas es la más adecuada en ese momento y para esa situación.
  4. Llevar a cabo la acción motora: es el momento de que tras haber observado, analizado y solucionado el problema, el jugador lleva a cabo la resolución que había decidido. Aquí entran en juego las capacidades técnico-tácticas del jugador.
Una vez que sabemos cómo es el proceso de la toma de decisiones es el momento de que lo pongamos en práctica en nuestros entrenamientos. Para ello no utilizaremos tareas analíticas ni acciones combinativas, puesto que estas no crean problemas que solucionar, sino que le convierten en un autómata.

Las tareas que más van a ayudar a nuestros jugadores a analizar situaciones o tomar decisiones son aquellas en las que haya mayor transferencia hacia el juego real y en la que los problemas que se les planteen sean, en su mayor medida, como los que se les plantearán en los partidos. Sabiendo todo esto las tareas que se proponen son rondos, juegos de posición, posesiones, juegos en inferioridad o superioridad y partidos reducidos condicionados.

sábado, 9 de junio de 2018

Beneficios educativos de un campus deportivo para nuestros hijos.

La imagen puede contener: 2 personas, personas sonriendo, textoSi a tu hijo le fascina el fútbol y todo lo que tiene que ver con el balón y la portería, apuntarle a un campus deportivo de verano es regalarle una experiencia de vida que no olvidará nunca. Porque tanto en niños como en adolescentes, los campus solo aportan beneficios ya que, mientras practican el deporte que más les gusta, aprenden mientras se divierten.

A continuación, te detallamos por qué son importantes los campus de fútbol y qué beneficios aportan en la educación de nuestros hijos:

1. Aprendizaje de valores. A través de la práctica del deporte se aprenden un sinfín de enseñanzas y valores positivos muy útiles más allá del campo.

En el fútbol, igual que en otros deportes colectivos, se trabaja en equipo y, en los campus, este es uno de los puntos que más se potencia. El trabajo en equipo ayuda a esforzarse para conseguir el bien común por encima del triunfo individual, algo siempre positivo tanto en el terreno de juego como en la vida.

Además, en los campus de futbol, al estar enfocados de forma muy didáctica, se potencia la solidaridad, el valor del esfuerzo y se aprende a saborear los triunfos y a encajar con deportividad las derrotas. Saber perder es, sin duda, uno de los valores más importantes y más difíciles de enseñar.

En los campus deportivos se hace especial hincapié en ello, gracias a la profesionalidad de técnicos de primer nivel que dinamizan los entrenos y las sesiones diarias y saben cómo motivar a un equipo para transformar una derrota en una oportunidad para mejorar.

Además, otro de los valores más importantes es el de aceptar el liderazgo de un entrenador, confiar en él, en su táctica y aceptar las decisiones que toma en todo momento.

2. Mejora la salud. Con el fin del curso escolar, muchos niños y jóvenes se vuelven ociosos hasta el punto de que es difícil moverlos del sofá. Por el contrario, a través de la práctica del deporte se favorece la salud tanto física como mental.

La práctica de una actividad que motiva, en este caso el fútbol, favorece a la afabilidad del carácter. Los niños están más contentos y satisfechos y, además, su salud física también mejora. El deporte, junto con una alimentación adecuada, hace que tu hijo se desarrolle y crezca en las mejores condiciones.

3. Socialización. Alejar a niños y jóvenes de su zona de confort es, a menudo, más que positivo. En los campus, los participantes no se conocen y se ven obligados a socializar y entablar relaciones.

A través de los entrenamientos y de las actividades paralelas, los asistentes se conocen y hacen nuevos amigos. Conocer a niños y jóvenes de otros colegios y de otras ciudades les abre la mente y les enriquece como personas.

4. Mejora de la práctica deportiva. Los campus de fútbol no son una alternativa meramente de ocio, sino también de aprendizaje sobre el juego. Los niños adquieren conocimientos sobre fútbol, conceptos ofensivos y defensivos, técnica, táctica, posiciones en el campo y toma de decisiones. Al terminar el campus, los asistentes saben muchas más cosas que antes de ir y sus habilidades deportivas siempre mejoran.

5. Diversión. No hay que olvidar que es verano y que el colegio y las obligaciones se han terminado. Por eso, en los campus deportivos los niños y jóvenes se divierten. El objetivo es que aprendan mientras se lo pasan bien, sin que la disciplina sea algo rígido. Los asistentes disfrutan jugando y aprendiendo, algo que a veces con las tareas escolares no se consigue.

martes, 1 de mayo de 2018

Ultima llamada para papás y mamás con prisa para que su hijo futbolero avance a pasos agigantados.


Resultado de imagen de alevin torneo iscar cupEn estas fechas de fin de temporada en deporte base, muchas familias comienzan a pensar en donde jugará su hijo la próxima temporada. Algo que no hace muchos años no ocurría hasta el verano. Normalmente, lo lógico es pensar en que el jugador/a lo haga con sus amigos y donde más a gusto y contento esté, pero con la fiebre de las últimas épocas de los clubes que “mercadean” y “trafican” ofreciendo el oro, el moro y el paraíso, la incertidumbre llega a los papás/mamás que creen que un cambio de aires a otros clubes con más “prestigio”, más “nombre”, más “venta de humo” propicia el salto definitivo hacia el maná del fútbol.


Y hablo de fútbol formativo donde se debe priorizar el juego y una metodología de entrenamiento didáctica y constructiva por encima del resultado, del marcador, y de las divisiones en las categorías.

La paciencia en deporte base debería ser la protagonista por encima de todo. No se dan cuenta, en muchos casos, que dar saltos grandes no solo a nivel físico sino también a nivel de intensidades, de volumen de trabajo, de hábitos de entrenamiento, de adaptaciones físicas y fisiológicas y por supuesto, de adaptación social y cognitiva; va a provocar no un salto adelante sino una posible falta de control, la llegada de la falta de confianza y todo ello estará condicionando una entrada en meseta de rendimiento y crecimiento, una aparición fulgurante de la desmotivación y un abandono prematuro.

Esto último es lo más grave en la antesala de la adolescencia. Un preadolescente desengañado por el deporte es un arma de triple filo.


Papás y mamás, no os dejéis engatusar por la llegada de la incertidumbre provocada por llamadas que prometen posicionar a vuestros hijos en el reino de los dioses futboleros pues ya habrá tiempo para llegar. Siempre quemando etapas y siempre respetando el desarrollo técnico, físico y cognitivo. En el (quizá lejano o no tanto) año 2024 la mayoría de estos niños de fútbol 7 aún no serán mayores de edad. No queramos dar trato evolutivo a un chaval de 10-11 años como si ya estuviera a las puertas del mundial de Qatar 2022.

Para mí son más importantes los pequeños pasos que damos cada día que un gran paso que probablemente nos ayude a un gran avance y que luego, al no mantener ni esfuerzo, ni intensidad ni constancia te provocan un estancamiento o incluso un paso atrás o un abandono. Pequeños gestos cotidianos, a priori insignificantes, son los que dan lugar al hábito o al resultado que pretendemos.

La paciencia es un valor que todos tenemos aunque pocos practiquen ser pacientes. Lo que ocurre es que aunque podamos optar por la paciencia, se vive tan deprisa que todo lo queremos de forma inmediata. No nos precipitemos en la educación de nuestros hijos.


“La gente se apura constantemente por llegar a ningún lado” (Andrés Calamaro)
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