Solo había visitado anteriormente el 'Bernabeu'en otras dos oscasiones.Una sin partido y otra hara ya catorce años en un partido de los blancos ante el sporting en la primera época de Capello. Esas veces no me pareció tan grande como esta vez. La primera vez fui a relizar un trabajo de estadísticas y no me pude parar a mucha contemplación, la segunda fue a realizar una reunión de trabajo (por llamarlo así) y lo vi vacío y a la luz del día, con todo lo que resta eso.
El pasado miércoles visité el 'Bernabeu' para ver un partido de Copa de Europa, como me gusta a mí llamarlo. Según los tabloides el Madrid iba a destrozar materialmente a su "pobre" rival francés el Olimpic de Lyon.
Salimos para Madrid con bastante tiempo.Pues si el partido comenzaba a las 20.45 a las 16,30 ya estabamos en marcha. Aun así el monstruo que es la ciudad de Madrid y sus atascos no nos dejaron llegar a las puertas del "Templo Blanco" hasta casi las 20 horas. Debíamos recoger las entradas en la taquilla de Protocolo en la calle Damián que a saber en cuál de las cuatro zonas del gigante estadio estaba.
El ambiente de los aledaños son suficientes para hacer ese vijae. El colorido de las banderas, la luz que salía del estadio, los cánticos de los forofos tanto blancos como gabachos, nos decían que ya merecía la pena vivir ese tipo de evento deportivo. El estadio tiene en sus entrañas aparte de un sinfín de puertas, cafeterías, tiendas, boutiques, salas de reuniones que se atisbaban desde fuera.Al poco tiempo, cuando ya teníamos las entradas y buscabamos la puerta 14, nos paran porque por un acceso iba a entrar un coche. Un espectacular Audi nos apuntaba con sus faros y según decían los de seguridad era la mujer del Presidente. De Zapatero, preguntó uno? no, hombre de Florentino.
Por fin alcanzamos nuestro acceso y en cuanto asomamos la cabeza por el vomitorio 328 se alzó a nuestra vista lo que sin duda es la gran construcción arquitéctonica de nuestro tiempo: El macro estadio de fútbol. Millones de luces, unas setenta mil personas gritando y cantando a la espera de que salieran los divos de corto. Mucho más fácil de lo esperado, encontramos nuestra localidad y allí nos habian dejado un poster del Madrid para formar un mosaico blanco. Nuestras butacas estaban cerca, relativamente, del cesped en el segundo anfiteatro y pudimos ver perfectamente las caras de esfuerzo agónico en el calentamiento de los de Pellegrini. Creo que ningún alumno mío ha calentando con menos intensidad que los millonarios profesionales blancos (bueno he exagerado, alguno/a sí).
La salida al campo con los himnos de la "Champions" es digno de vivirse, se nota que es todo marketing, espectáculo, lejos del deporte aficionado. Al saque de centro se une un estruendo en forma de gritos de ánimo. Pronto el Madrid encarrila su eliminatoria igualándola y dejando avisos serios de goleada. Pero... el guión previsto por los dioses y el ADN madridistas se va desvaneciendo en forma de poste o de mano de Lloris, el meta de Lyon. En el segundo tiempo salió el Olimpic de Lyon con dos nuevos cambios y otro equipo blanco que no tenía nada que ver con el primero. Y claro, ese mastodóntico equipo construido para pasearse por Europa le faltaban flecos.Flecos de ambición, flecos de profesionalidad, flecos de trabajo diario, flecos de dirección. Y fijándome fijándome al estar tan cerca del cesped sólo vi dos caras de deportistas profesionales que no querían perder de esa forma: Iker Casillas y un tal Cristiano Ronaldo que me sorprendió su ambición contrastada con la de sus compañeros indolentes. Aunque parezca raro, no me vine para casa hundido como pudiera estar cualquier aficionado madridista, no. Me vine contento, pues he visto un buen espectáculo deportivo que alguna vez en la vida hay que ver in situ. Que por supuesto me hubiera gustado haber visto ganar el partido al Madrid y que hubiera pasado la eliminatoria. Por supuesto. Pero he visto ciertas cosas en los jugadores del Madrid que dejan mucho que desear. Hoy los volveré a ver, esta vez ante el "pobre" Valladolid.
El pasado miércoles visité el 'Bernabeu' para ver un partido de Copa de Europa, como me gusta a mí llamarlo. Según los tabloides el Madrid iba a destrozar materialmente a su "pobre" rival francés el Olimpic de Lyon.
Salimos para Madrid con bastante tiempo.Pues si el partido comenzaba a las 20.45 a las 16,30 ya estabamos en marcha. Aun así el monstruo que es la ciudad de Madrid y sus atascos no nos dejaron llegar a las puertas del "Templo Blanco" hasta casi las 20 horas. Debíamos recoger las entradas en la taquilla de Protocolo en la calle Damián que a saber en cuál de las cuatro zonas del gigante estadio estaba.
El ambiente de los aledaños son suficientes para hacer ese vijae. El colorido de las banderas, la luz que salía del estadio, los cánticos de los forofos tanto blancos como gabachos, nos decían que ya merecía la pena vivir ese tipo de evento deportivo. El estadio tiene en sus entrañas aparte de un sinfín de puertas, cafeterías, tiendas, boutiques, salas de reuniones que se atisbaban desde fuera.Al poco tiempo, cuando ya teníamos las entradas y buscabamos la puerta 14, nos paran porque por un acceso iba a entrar un coche. Un espectacular Audi nos apuntaba con sus faros y según decían los de seguridad era la mujer del Presidente. De Zapatero, preguntó uno? no, hombre de Florentino.
Por fin alcanzamos nuestro acceso y en cuanto asomamos la cabeza por el vomitorio 328 se alzó a nuestra vista lo que sin duda es la gran construcción arquitéctonica de nuestro tiempo: El macro estadio de fútbol. Millones de luces, unas setenta mil personas gritando y cantando a la espera de que salieran los divos de corto. Mucho más fácil de lo esperado, encontramos nuestra localidad y allí nos habian dejado un poster del Madrid para formar un mosaico blanco. Nuestras butacas estaban cerca, relativamente, del cesped en el segundo anfiteatro y pudimos ver perfectamente las caras de esfuerzo agónico en el calentamiento de los de Pellegrini. Creo que ningún alumno mío ha calentando con menos intensidad que los millonarios profesionales blancos (bueno he exagerado, alguno/a sí).
La salida al campo con los himnos de la "Champions" es digno de vivirse, se nota que es todo marketing, espectáculo, lejos del deporte aficionado. Al saque de centro se une un estruendo en forma de gritos de ánimo. Pronto el Madrid encarrila su eliminatoria igualándola y dejando avisos serios de goleada. Pero... el guión previsto por los dioses y el ADN madridistas se va desvaneciendo en forma de poste o de mano de Lloris, el meta de Lyon. En el segundo tiempo salió el Olimpic de Lyon con dos nuevos cambios y otro equipo blanco que no tenía nada que ver con el primero. Y claro, ese mastodóntico equipo construido para pasearse por Europa le faltaban flecos.Flecos de ambición, flecos de profesionalidad, flecos de trabajo diario, flecos de dirección. Y fijándome fijándome al estar tan cerca del cesped sólo vi dos caras de deportistas profesionales que no querían perder de esa forma: Iker Casillas y un tal Cristiano Ronaldo que me sorprendió su ambición contrastada con la de sus compañeros indolentes. Aunque parezca raro, no me vine para casa hundido como pudiera estar cualquier aficionado madridista, no. Me vine contento, pues he visto un buen espectáculo deportivo que alguna vez en la vida hay que ver in situ. Que por supuesto me hubiera gustado haber visto ganar el partido al Madrid y que hubiera pasado la eliminatoria. Por supuesto. Pero he visto ciertas cosas en los jugadores del Madrid que dejan mucho que desear. Hoy los volveré a ver, esta vez ante el "pobre" Valladolid.
1 comentario:
Otros 6 amigos míos estuvieron también en el Bernabeu el miércoles, como tú. Creo que de todos, el que más disfrutó del partido, con mucho, fui yo, jeje.
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