"... Llegó el momento, caen las murallas,
va a comenzar la única justa de las batallas.
No duele el golpe,no existe el miedo quítate el polvo,
ponte de pie y vuelves al ruedo.
Y la presión que sientes espera en ti, tu gente!
Ahora vamos por todo y te acompaña la suerte..."
Y se acabó. Y España ganó. España campeón del mundo de fútbol. Algo que suena tan bonito como extraño. Lo lógico era decir y Brasil, Alemania o Italia campeones del mundo...pero no.
Un nuevo campeón se une a la lista de privilegiados.
Ese Holanda-España que yo tildé desde antes que se supiera como un homenaje al fútbol fue todo lo contrario. Un homenaje al anti juego limpió por parte de una de las grandes selecciones que por historial siempre ha sido amante del buen juego: Holanda
Su excusa ante tanto juego duro, su justificación ante tan poco fair play: no podían igualarse a España en juego. Demasiado delito sólo decirlo pero el problema de no ver una gran final no fue debido a la propuesta naranja, fue más "crimen" la permisividad arbitral.
Lo cierto es que de 20,3o a 23,05 cuando España se proclama campeón del mundo, un país entero olvidó política, nacionalismos, rivalidades merengo-blaugranas, etc y España pasadas las 23 horas de la noche gitó a la vez gol cuando Andrés pudo batir al meta naranja. Milésimas antes del golpeo de Iniesta con su pierna derecha al Jabulani, todos aquellos que pasaron de decepción en decepción con el gol de Cardeñosa (mi primera decepción futbolística desde que tengo uso de razón futbolera), con el mundial de España, con el penalty de Eloy Olalla, con el movimiento de Michel en la barrera ante Yugoslavia, con el gol de Baggio y el fallo de Salinas, con las cantadas de Zubi y de Clemente en Francia, con la impotencia ante Al-Ghandur y el fallo del penalty de Joaquín, con el baño de Francia en Alemania, todos aquellos, repito, cogieron aire y de repente, borraron todas esas decepciones y las mandaron al limbo. Iniesta marcó y España fue féliz por unos días.
Y ahora que hacemos con las banderas de los balcones.?
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