Qué el deporte de élite está podrido acaba de certificarlo Armstrong pero que todo es un guión preestablecido por aun no tengo claro quien, es una certeza que cada vez es más notoria. Va para ya casi cinco años cuando un amigo me regaló el libro "Vivir cada segundo" de Sally Jenkins acerca de las aventuras y desventuras que Lance Armstrong, tras su proceso cancérigeno, vivió para llegar a conseguir "sus" siete Tours de Francia. En aquella época la lectura era algo escéptica aunque con muchísimas más dudas que verdades sobre el ciclista texano. Qué contara procesos de entrenamiento, episodios de su vida personal, hazañas competitivas y anécdotas iba dentro de la literatura del libro de Jenkins como proceso de venta, pero al releer ahora momentos donde describe escandalizado cuando se le señalaba como presunto dopado y que las autoridades le perseguían y su equipo y él proclamaban una y otra vez su inocencia, uno se da cuenta del grado superlativo de hipocresía de una figura más que el deporte de alto rendimiento había esculpido. Mucha más hipocresía cuando asegura ahora en su vídeo-entrevista que en aquel momento no era consciente de que estuviera haciendo trampas pues era un profesional y hacía su trabajo. Todo ello muestra que toda su vida deportiva ha sido un fraude y un montaje de acumulación de dólares, sea por sus premios, su publicidad y su merchandising tipo el libro señalado que ha pasado de autobiográfico a un cuento tipo Alan Poe de ficción y terror.
Quizá dentro de varios años veamos esto como el primer paso hacia el entramado que se está cociendo en el deporte espectáculo. Los profesionales quizá sean libres de elegir, sin ser perseguidos, como conseguir su mayor rendimiento siempre supervisados por médicos que controlen esos procesos. Al fin y al cabo, el alto rendimiento ha sido, es y sobre todo, será un estado enfermizo. Acaso modelos, artistas, ejecutivos, algunos estudiantes, no buscan "ayudas" para ser los mejores en sus desempeños???.