viernes, 18 de enero de 2013

Armstrong señala con su dedo a todo el deporte de élite


Lance Armstrong ha confesado que se dopó para mejorar su rendimiento, según ha revelado al diario 'USA Today'.
Lance ha admitido que usó sustancias dopantes y que está dispuesto a revelar los nombres de otros ciclistas que también se han dopado y a devolver parte del dinero que ganó durante su carrera profesional a costa de los contribuyentes estadounidenses. Además, Armstrong se ha disculpado a la Fundación Livestrong, creada por el ciclista para ayudar a los enfermos de cáncer, por el daño causado. La revista Forbes estima que el ciclista texano perderá más de 126 millones de euros.

Sus patrocinadores también han decidido darle la espalda. Nike, uno de sus mejores sponsors, rompió el pasado mes de octubre con el corredor por “las pruebas insalvables de que Lance Armstrong participó en el dopaje y engañó a Nike durante más de una década”. 
Pero la cuestión para reflexionar no es sólo económica para mí es un asunto que va más allá de la verdad y la mentira en el deporte espectáculo. Si Lance ha sido capaz, con el equipo que ha tenido detrás, de engañar a toda una firma como Nike, a la UCI, al COI, a un sinfín de organizaciones y sobre todo el planeta deporte en general, si todo esto ha sido posible y nadie lo ha detectado hasta una vez retirado el deportista, eso significa demasiado para el deporte de alta competición.
Cuántas mentiras hay acumuladas y tapadas en la historia del deporte? Cuántos records y hazañas son verdaderas y creíbles y cuantas son falsas? ¿Es falso la totalidad del deporte de alto rendimiento? Me temo que sí. Ni ergogenia y ni farmacia permitida. Grandes mitos de la historia del deporte y de la actualidad acaban de ser señalados definitivamente con el dedo de Lance Armstrong. ¿Qué hay de verdad y qué hay de mentira en el deporte? ¿Es el momento de legalizar el doping y crear los Juegos de la salud y la verdad y por otro lado los Juegos del espectáculo?

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