No está claro que la agresividad sea destructiva. El deporte se presenta como una de las pocas actividades humanas en la que la pulsión agresiva puede ser liberada completamente y puede manifestarse de forma no reprimida.
El deporte es la gran ocasión para elaborar la agresividad de forma positiva.
El problema es que aquí en nuestro país y a partir de nuestras costumbres radica en que identificamos el término agresividad con violencia, con un acto injustificado de ataque. Aggresive en inglés no necesariamente tiene que ver con violencia, ni con un ataque, sino que mas bien designa una actitud certera, decidida, comprometida. Muchas veces la gente angloparlante se aconseja mutuamente ser "agresiva" en reuniones, significando ello "ir hacia adelante", decir lo que se piensa, conseguir cosas, logros, no dejarse amedrentar. Esto tiene poco y nada que ver con la violencia, con el odio.
Por ejemplo, Gandhi nunca fue violento, pero ya el hecho de que tenía un objetivo e hizo algo para cumplirlo le pone en la lista de personas agresivas (entendámoslo: con iniciativa).
Extrapolando todo ello al mundo del deporte este concepto tiene mucho que ver con la competitividad, la búsqueda del objetivo deseado utilizando todos los medios legales y posibles: entrenamiento, técnica, táctica, intensidad, motivación, recursos, manejo del reglamento...
Pero dando un paso más opino que no es suficiente ser competitivo para tener éxito en el ámbito deportivo. Se requiere además una cierta dosis de esa agresividad positiva. Muchas veces resulta positivo aprovechar la agresividad natural que hay en todos nosotros para evitar ser superados por rivales superiores, para ser más activos y astutos, para que siendo inferior al rival, seamos capaces de manejar y conducir la competición.
Por tanto me quedo con la agresividad positiva como un elemento esencial de la conducta deportiva que debemos activar ante determinadas circunstancias para responder a necesidades "vitales" de competición y salvaguardar la "supervivencia" en la competición, sin que sea preciso dañar o perjudicar al oponente.
Entiendo agresividad positiva el poner todos los medios posibles para conseguir un objetivo (entrenar más que nadie, no bajar los brazos, ser un rival "pesado"...) Me vienen a la mente ahora deportistas de este perfil que han conseguido sus éxitos gracias a esa agresividad positiva. Y el estandarte de esa agresividad lo llevan, sin dudarlo, deportistas como Rafa Nadal, Phelps, los inicios de Boris Becker, la propia danza tribal de la Haka neozelandesa, o el gran Eddy Merckx y en otro nivel, la velocista jamaicana Fraser-Pryce, Jorge Lorenzo, Yelena Isinbayeva, el propio Juan Carlos Navarro y hoy día, por qué no, el atlético de Simeone.
En resumen, no conviene confundir agresión con agresividad.