A veces quedo asustado cuando veo entrenadores que plantean ejercicios o entrenamientos puramente físicos en jugadores de fútbol base. Más que en fútbol base (que abarca hasta juvenil) me refiero a niños entre chupetines y alevines. En estas edades, los niños no necesitan trabajar condiciones como la resistencia o la fuerza ya que están en pleno proceso madurativo y no se darán adaptaciones a estos niveles.
Muy diferente es en cuanto a su capacidad coordinativa y técnica. En estas edades, los niños tienen un enorme potencial para aprender nuevas destrezas y movimientos, por lo cual todas las actividades técnicas con balón, coordinativas, de psicomotricidad y que impliquen fomentar su creatividad, serán adaptadas a un nivel mucho mayor que en edades más avanzadas.
Muy diferente es en cuanto a su capacidad coordinativa y técnica. En estas edades, los niños tienen un enorme potencial para aprender nuevas destrezas y movimientos, por lo cual todas las actividades técnicas con balón, coordinativas, de psicomotricidad y que impliquen fomentar su creatividad, serán adaptadas a un nivel mucho mayor que en edades más avanzadas.
A todo esto se le puede sumar que el componente lúdico será mucho mayor trabajando en este sentido por lo que un entrenamiento de fútbol, en niños, sin balón es contraproducente y además no tiene sentido.
Tampoco me sirve la excusa de “trabajar la capacidad de sufrimiento del niño” ya que, al menos bajo mi concepto, el objetivo principal del fútbol base es o debería ser el de hacer que los niños disfruten de practicar un deporte de forma que se enganchen para seguir practicándolo en un futuro; y no abandonar a las primeras de cambio a causa de este “trabajo de la capacidad de sufrimiento”.
En infantiles y sobretodo en cadetes y juveniles sí que se pueden dar adaptaciones a nivel físico, por lo que la preparación física empieza a cobrar sentido y podrá marcar diferencias, pero no antes.
Ya que estamos hablando de fútbol base, es necesario mencionar algunos problemas más que suponen una lacra inmensa para el fútbol formativo actual:
Ganar por encima de educar
En fútbol base es frecuente ver actitudes como:
La especialización: entrenamientos semanales encarados a una especialización precoz del jugador sin dejar lugar a la experimentación y educación motriz que tiente intrínseca todo deporte
Fichajes en edades tempanas + cambios de clubes. No es raro ver chicos que a edades tempranas ya hayan cambiado de club más de una vez. Los clubes “fichan” y los padres se dejan atrapar sin pensar que lo que el crío quiere es jugar con sus amigos y pasarlo bien. A más de uno se le tendría que caer la cara de vergüenza en este tema.
Discriminación tiempo de juego de cada niño según resultado. Aunque se predique el carácter lúdico del fútbol desde los clubes y entrenadores, siempre se tiene cierto afán de ganar que hace que dependiendo del partido o del resultado jueguen unos críos u otros en función del nivel de cada uno.
Entrenadores no preparados
Siempre he pensado que los mejor entrenadores, con más conocimientos, experiencia y ganas deberían entrenar a los más pequeños ya que es en estas edades cuando realmente se pueden marcar las diferencias y dónde se van a dar cambios importantes de cara al futuro del jugador.
Esta situación está cambiando ya que ahora las Federaciones Nacionales y Autonómicas están ofreciendo cursos de formación para técnicos que se están empezando a requerir como obligatorios para poder entrenar aunque sea en categorías de fútbol base.
Influencia negativa de algunos padres
La figura de los padres puede llegar a ser un elemento de gran influencia. Muchos padres y madres, sin darse cuenta, están afectando negativamente a sus hijos. Estos padres entrometidos y con objetivos muy diferentes a los que seguramente tengan sus hijos, aportan aspectos negativos como:
- Afán de ganar
- Intromisión en la mentalidad de los niños
- Inclusión en decisiones técnicas
- Actitud “belicosa” ante rivales y árbitros
Malas condiciones de entrenamiento
Material no acorde con la edad y nivel del practicante. Por no poseer el capital suficiente para comprar material nuevo.
Aglomeraciones. Muchos clubes quieren abarcar más niños de los que realmente pueden o deben. Este afán económico deja de lado la calidad del servicio, la educación del niño y el disfrute del deporte como tiene que ser.
Horarios desproporcionados a la edad del jugador. Relacionado con el punto anterior, muchos clubes, por no tener espacio en las instalaciones, lo que hacen es establecer horarios de entrenamiento totalmente impropios para la salud y calidad de vida del niño. Por ejemplo entrenar a las 9 de la noche, acabando así a las 10:30 sin haber comido y teniéndose que levantar la mañana siguiente para ir al colegio.
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