Más allá de la suspensión del maratón de València, hay más maratones previstos a disputarse en España. El maratón de Barcelona está previsto que se dispute el 25 de octubre, mientras que el maratón de Madrid, que estaba previsto para el 15 de noviembre, se ha cancelado definitivamente.
El COVID-19 ha hecho que haya un calendario muy reducido y en muy poco tiempo esté previsto que se disputan una gran cantidad de carreras. Los atletas se preguntan si esto es posible, tal y como está yendo la situación. De momento, Madrid y Valencia han cancelado su maratón, aunque en los meses de octubre y Noviembre, hay un calendario repleto de carreras.
Muchos atletas se preguntan si será posible llevar a cabo un evento donde se reúnen tantas personas en un mismo lugar, teniendo en cuenta que pruebas emblemáticas como la Penyagolosa Trails, que reúne a muchísima menos gente y transcurre principalmente por las montañas, se han cancelado.
Los atletas españoles están volviendo a la competición poco a poco. Pero los especialistas en maratón, necesitan pruebas, y el maratón de València sería la prueba perfecta para la consecución de la mínima olímpica.
El único maratón que se salvó del coronavirus fue el de Sevilla, que se celebra anualmente en el mes de febrero.
Por ahora, ninguna de las organizaciones consultadas prevé limitar el aforo, sino que se trabaja en una serie de medidas que eviten las concentraciones de gente. “Vamos a alargar las salidas y las llegadas, pero aún no tenemos un plan específico; es una situación que puede cambiar de un día para otro, tanto a nivel sanitario como administrativo, así que ningún escenario es seguro”, asegura Cristian Llorens, director del Zúrich Maratón de Barcelona, gestionado por RMP-Mktg.
En liza también quedan la San Silvestre Vallecana, que se corre el último día del año, y otras pruebas de 42 kilómetros que se sitúan en un segundo escalón dentro del panorama competitivo, como el maratón de Tenerife (15 de noviembre), el de Málaga (13 de diciembre) o el de Ibiza (3 de octubre).
A escala internacional, ni Londres (solo para élite, en circuito cerrado en Saint James Park) ni Chicago han confirmado aún que se vayan a cancelar, como tampoco lo han hecho otros eventos clave como los de Ámsterdam, Sídney, Shanghái o Praga. Tampoco el de Hamburgo, que casi en paralelo al anuncio de la cancelación del maratón de Berlín anunció que mantendría su fecha para el 13 de septiembre, acogiéndose a una de las excepciones del Gobierno alemán, que prohíbe los eventos de más de 5.000 personas.
“La situación entre unas ciudades y otras es muy diferente; en el caso de Nueva York, es porque la pandemia no ha remitido; en Berlín puede ser porque las autoridades públicas no quieran ver afectada su imagen, mientras que en otros puede ser porque su porcentaje de corredores extranjeros es muy elevado y no quieren arriesgarse”, sostiene Llorens.
Las pruebas que han sido aplazadas, como Valencia o el EDP Rock n Roll Madrid, han establecido planes para devolver el importe del dorsal o canjearlo para la edición de 2021. Es la estrategia por la que también apostaron otras icónicas como Boston, Nueva York o Berlín. Sólo Tokio aparece como excepción, siendo la única que no ha devuelto el importe a los corredores. Junto al de Londres, es uno de los que más limita la oferta, pues únicamente dispone de paquetes cerrados que incluyen dorsal, alojamiento y viaje.
La única vez que el maratón de Nueva York no pudo disputarse fue en 2012, cuando el huracán Sandy pasó por la ciudad. El de Boston, el más antiguo de todas las pruebas, nunca había sido pospuesto en sus 124 años de historia, ni siquiera en 2013, con el atentado que terminó con la vida de tres personas.
Según la consultora Running USA, sólo en Estados Unidos hay más de 44 millones de runners y 17,6 millones de estos cruzaron la línea de meta de alguna de las 35.000 carreras que se celebraron en el país el año pasado. En España hay cerca de 4.000 pruebas de carácter amateur y, según el último estudio elaborado por el Grupo NN, que cuenta con uno de los equipos de corredores de élite más potentes del mundo, el 45% de los practicantes participó en una carrera en los últimos doce meses.
El de Nueva York se sitúa a la cabeza con un impacto económico para la ciudad de 415 millones de dólares. Muy cerca se sitúa Chicago, cuya prueba generó en 2019 un total de 378 millones de retorno directo e indirecto a la economía local. En el caso de Boston, los runners contribuyeron con 200 millones de dólares, mientras que en Londres y Tokio se situó en 155 millones de dólares.
El 45% de los runners españoles participó en una carrera popular y un 40% se planteaba hacerlo en 2020
En el mercado español el boom del running llegó de forma tardía, con la crisis económica de 2008, cuando la población española encontró en esta práctica deportiva una actividad asequible para los bolsillos. Esta situación, que inicialmente penalizó al país a la hora de proyectar sus principales pruebas en el extranjero, es hoy una ventaja para capear el ligero declive al que se enfrentaba el sector.
Aun así, el sector no teme la caída advertida por la federación internacional, pues ha encontrado en la popularización de pruebas menos exigentes, como los medios maratones (21 kilómetros) o las carreras de diez kilómetros a un público mucho más amplio. Según el informe encargado por Wanda Sports para su salida a bolsa, los participantes a todo tipo de carreras, incluyendo maratones, aumentaron un 20% entre 2014 y 2018, hasta 744 millones de inscritos.
En España tampoco se teme un retroceso del running, pues la cuota de participación no deja de aumentar, ni tampoco su cifra de negocio, que se situó en 3.584 millones de euros en 2018, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta categoría, incluye el gasto de los hogares españoles tanto en eventos deportivos como culturales, ha crecido un 42,8% en la última década y representa el 64,5% del gasto total.
Ahora bien, teniendo en cuenta que a nivel mundial la compra de dorsales generó ingresos por 4.000 millones de euros y España aún está lejos de ser un país puntero, se puede deducir que el gasto en carreras populares sólo representa un pequeño porcentaje de los 3.584 millones de euros que generó la participación deportiva y cultural.