Desde que comencé mi labor como docente de la asignatura de eduación física en el colegio donde sigo ejerciendo, utilizo la herramienta de los test de aptitud física para medir el grado de evolución de las cualidades físicas básicas de mis alumnos. Nunca he créido que los contenidos de las sesiones entre test sean suficientes para que surja una gran mejora; tampoco creo en los test, que algunos realizan, donde se mide a todos los alumnos según un baremo de edad y sexo, primero porque no es justo y segundo porque cada alumno tiene sus cualidades y sus capacidades se desarrollan según su fisiología, crecimiento y entrenamiento. Creo en un seguimiento personalizado de cada uno donde, al menos, vean que deben superarse a sí mismos o al menos mantener una línea ascendente. Estoy completamente seguro que los chavales de estas edades (de 12 a 17 años) mejoran todos sus registros simplemente con su propio crecimiento, si además se toman en serio el trabajo de contenidos de las sesiones intermedias y además algunos tienen su entrenamiento casi diario en la práctica de sus deportes extraescolares, la mejora es más que notable. Pero de un tiempo a esta parte surge un componente, que si siempre ha sido importante, ahora es más que relevante y decisivo: la actitud y la motivación.
Hay gente con grandes capacidades en el mundo, incluso que si se lo proponen pueden llegar a batir grandes marcas, pero si no les apetece incluir en sus acciones un mínimo de intensidad, de sacrificio, de saber "sufrir" (con la connotación que es sufrir en el deporte), de saber diferenciar la fatiga mental de la física, entonces, será imposible conseguir batirse a si mismo, superarse, mejorar...
Pero lo más sorprendente es cuando a algún alumno le dices:"... tu marca a superar (que la realizó hace dos meses) es de 4'33" en la prueba de mil metros..." y te responde "...eso es imposible, eso no lo hace nadie..."
2 comentarios:
La pregunta que creo debemos hacernos es para qué lo queremos saber. Tal vez forme parte de una pila de datos que no van a ningún sitio porque no los cotejaremos nunca, tal vez veas un instrumento que te sirve para determinar ciertas actitudes de ciertos alumnos. Yo cada vez me cuestiona más cosas: ¿para qué evaluamos realmente? ¿qué supone la evaluación para los alumnos? ¿qué les llega a los padres de esa evaluación? por ejemplo.
Vaya recuerdos que me ha traído el post: frío matinal de invierno, carrera de 1000 metros, un chaval rubio que acababa extenuado y con tiempos ridículos... hasta que se lo propuso, y con superación llegó a correr en la primera serie, 'la de los rápidos', algo que parecía verdaderamente inalcanzable. ¿Para qué valen las pruebas físicas? Ni más ni menos que para evaluar las aptitudes del alumno, y la capacidad de superarse. Porque, que me corrija Chechu si me equivoco, Educación Física no deja de ser una asignatura, que se puede suspender como Lengua, Matemáticas o cualquier otra.
Un saludo, Chechu.
Publicar un comentario