jueves, 6 de noviembre de 2008

BEBES DE ELITE


Según la revista "Padres", unas semanas después de que Rafael Nadal ganase el trofeo Roland Garros, las academias de tenis de toda España recibieron un auténtico tsunami de inscripciones infantiles. Ajenos a los sacrificios que impone el deporte profesional, miles de niños sueñan con ser como el tenista mallorquín para poder dedicarse en cuerpo y alma a un juego que les encanta. Sin embargo, cabe preguntarse si los padres aspiran a que sus hijos emulen a Nadal por el placer de jugar, o si contemplan también motivaciones como el éxito, el reconocimiento y, por qué no, el dinero. Los enormes beneficios del deporte para los niños y adolescentes esconden un riesgo que puede llevar a situaciones inimaginables, especialmente en determinados países. Un peligro que llega cuando lo que comenzó siendo un juego se convierte en una obsesión para padres y entrenadores, dispuestos a crear un atleta de competición donde sólo hay un niño.
Según ha recordado en su informe Niños en competición la ONG Save the Children, “el deporte beneficia a los niños porque ofrece bienestar y enseña autodisciplina, trabajo en equipo, liderazgo, cooperación, la habilidad de compartir, manejar el estrés y competir. No obstante, a los niños involucrados en el deporte de competición a menudo se les exige un entrenamiento que va más allá de sus capacidades físicas y emocionales. Un tiempo excesivo dedicado al entrenamiento puede llevar a una pérdida de experiencias claves en la niñez como la socialización con los amigos y la familia”.
Además, la ONG apunta a que una excesiva práctica del deporte de competición suele conllevar alteraciones en el crecimiento, desórdenes alimenticios como anorexia y bulimia, y trastornos psicológicos, que los podrían convertir en fácil objeto de abusos sexuales. Así, por más que el pequeño pueda apuntar maneras como as del deporte, conviene dejarlo crecer a su ritmo. Sobre todo, porque como señala Save the Children, “antes de alcanzar los 6 o 7 años, el niño no puede comprender el concepto de competición; y los niños menores de 9 años son incapaces de diferenciar entre el concepto del esfuerzo y de capacidad, por lo que creen que ganar sólo se puede conseguir por esfuerzo, y que perder es consecuencia de no intentarlo lo suficiente”.
Y a veces, las motivaciones de los pequeños deportistas son demasiado imperiosas: padres que vuelcan sus esperanzas económicas en los hijos, contextos sociales deprimidos de los que se quiere huir, presiones de los entrenadores...

Prácticas especialmente arriesgadas como la gimnasia rítmica y artística, el vaivén de los fichajes en las categorías inferiores de los clubes de fútbol, y otros deportes tan esperpénticos como el boxeo infantil de Tailandia o la precocidad en el inicio de la halterofilia en algunos paises desarrollados son una piedra más en el camino de la prisa por llegar a construir bebes de élite.

3 comentarios:

Rapajic dijo...

Los padres hacen bien en querer que sus hijos emulen a Rafa Nadal, pero deberían centrarse en que le imiten en sus conductas, siempre respetuosas y educadas o en valores como la humildad y el sacrificio. Sin ningún lugar a dudas Nadal es un gran espejo para que los niños se miren, pero no como tenista (seguramente ninguno alcanzará lo que él) sino como deportista.

Anónimo dijo...

perfecto

Vic dijo...

En realidad, es bastante difícil aprender actitudes desde el otro lado de la pantalla a no ser que las recalquen y que las imágenes se regodeen en ello...

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