Sin árbitros ni jueces se pueden desempeñar las competiciones oficiales del espectro total deportivo. Ahora bien, ser árbitro es algo encomiable, porque no te aporta mucho (pienso yo desde fuera). Si que es cierto que realizan cierta actividad física (y no en todos los deportes), están en contacto con el deporte, tanto que lo viven desde dentro y tienen, al fin y al cabo, el orgullo de la toma de decisiones que a la postre dirimen muchas veces el resultado final del producto deportivo. Hasta ahí todo bien.
Desde la necesidad de este estamento, siempre me he planteado que existen dos tipos de deportes, los objetivos y los subjetivos. No es lo mismo un salto de pértiga donde todos vemos si el atleta supera el listón o lo derriba, que una competición de natación sincronizada donde a partir de varios parámetros, los jueces deciden dar una calificación númerica que puede estar atada a muchas variables(quizá no sólo técnicas).
Pero si un día alguien se anima a acercarse a un campo de fútbol base, ser árbitro se convierte en un objetivo social. Yo he oido insultos e improperios de todo tipo a estos jueces por parte de energúmenos que simplemente acababan de llegar. Y si alguien les dice pero si acabas de llegar, ellos, entre sonrisa socarrona, aluden: "...eso es simplemente por ser árbitro".
La remuneracion de éstos no es demasiada y cuando llegas a la élite sí lo es para vivir muy bien su vida arbitral, pero no para asegurarse un futuro. No se si les llega a compensar y si algo les compensa, sólo me queda pensar que es ese orgullo aludido acerca de ser los que si un día les apetece (así me lo dijo un día una chica arbitro) varían el resultado en momentos decisivos puntuales. El ser protagonista durante un buen rato, el "manejar" a deportistas y entrenadores a su antojo o el saberse dueños de un registro, resultado, decisión, tiene que ser una de las pocas cosas que a muchos les mantenga en ese mundillo. Hay deportistas horrorosos en cuanto a su desempeño tanto técnico como físico, pero al fin y al cabo hacen deporte, pero hay también árbitros infames, que también al fin y al cabo, hacen deporte, ahora bien, estos últimos tienen un gran porcentaje de tener una aptitud deficiente para manejar grupos de deportistas puesto que aunque apliquen un reglamento mejor o peor, les falta mucho de pedagogía, psicología, metodología y casi siempre de educación, clase y respeto.