Va a ser complicado conseguir un año de tantos éxitos deportivos en un país como España donde la planificación deportiva y de cantera no son punteras a nivel internacional, donde los éxitos en la mayoría de los casos, son gracias a generación espontánea. Un año, donde la máxima repercusión social ha sido ganar la Eurocopa y que parece haber dejado algo ensombrecido la tremenda temporada de Rafa Nadal, los éxitos del ciclismo, el torrente de talento que aterriza en la NBA desde nuestro país, la costosa e increíble medalla olímpica del balonmano, las merecidísimas medallas en sincronizada y un largo etcetera. La mayor decepción está en el atletismo, un enfermo que necesita cuanto antes renovación, en todos los sentidos, no sólo de atletas sino en su cúpula de máximos mandatarios que ven desde su poltrona como se pudre mientras su única excusa es que no saben como luchar contra la play y el fútbol para poder atraer hacia sí, niños y niñas ávidos de atletismo divertido. Es poco probable que se vuelva a dar un año deportivo como éste, seguirán habiendo éxitos pero como hasta ahora, aislados y con goteo. Porque España es así. Ojala nos convirtiéramos en ganadores habituales.
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