Normalmente, en el deporte, después de la euforia desmedida, llega el cataclismo deportivo, viene a ser paralelo al refrán o dicho popular "tras la tempestad llega la calma". La calma en el deporte, muchas ocasiones, viene a ser una herramienta muy interesante para calcular, actuar y decidir, pero muchas otras no es más que un síndrome de indolencia que te lleva al fracaso.
Los grandes del deporte, en su mayor parte, han sabido alejarse de euforias y han tenido los pies en el suelo para poder afrontar sus retos y sus objetivos. "Directores de grupos ganadores" como Del Bosque, Guardiola, Pepu Hernández... o "directores" de individuos ganadores como Toni Nadal o Johan Bruynel han sabido transmitir en todo momento esa necesidad de tranquilidad y de modestia, rechazando y aniquilando cualquier atisbo de euforia o de creerse el mejor o creerse algo.
Tras grandes victorias que no se saben interpretar (el denominado no saber ganar) la gran mayoría de los deportistas caen en el cataclismo. Epocas de derrotas, ciclos de malos entrenamientos, momentos de despiste, falta de atención, concentración y motivación porque se convierten en vedettes que piensan que estar en la cumbre deportiva es muy fácil para ellos.
El enemigo lo tenemos en las endorfinas que nos "engañan" nos provocan el subidón y nos hacen creer que somos capaces de todo porque somos los mejores cuando en realidad muchas veces no somos más que unos deportistas más del montón.
Aun con talento de sobra (Nadal, Indurain, F.C. Barcelona, Selección nacional española de fútbol y baloncesto, Balonmano Ciudad Real, Gebbreselassie...) todos estos grupos o individuos son un ejemplo de obreros del deporte que tras triunfos históricos han sabido que hay que seguir entrenando y seguir siendo persistentes en la consecución de sus objetivos. Pero ojo no confundamos todo esto con la confianza o la autoconfianza. Esta es imprescindible para seguir mejorando, compitiendo al cien por cien y a la postre, ganando.
Otros, en cambio, hacen dudar, por sus raros comportamientos tras las victorias que, en muchas ocasiones, provoca la llegada del cataclismo deportivo.
Y aunque no me gusta la frase que muchos jugadores de fútbol dicen cuando acaban de marcar un gol o acaban de ganar un partido "No hemos hecho nada", lo cierto es que hasta que no se gana todo, pienso que es correcta y aplicable tanto a en el campo profesional como amateur.