No había vuelto a pisar el Prado desde junio de 2009 tras conseguir el objetivo de la permanencia en la categoría autonómica con el equipo de Santovenia. Tras dieciocho meses de ausencia, el calendario quiso ser tan caprichoso que abrió 2011 con la vuelta. Mirando lo meramente deportivo era un partido muy difícil, tras llevar tres partidos de liga sin ganar y otros tres amistosos perdidos -a pesar de ser contra equipos superiores de categoría- no ganar en Santovenia suponía el único temor que yo tengo con este equipo, Simancas, dejar de ser competitivos por quedarte en tierra de nadie y que los jugadores comiencen a desmotivarse. En el plano social era un día de encontrar a gente con la que trabajé durante muchos años y gente con la que conseguí triunfos deportivos interesantes, personas amigas,personas sólo conocidas y algúno que otro con el que hubo tiranteces.
Los días previos al partido pensé más en como sería ese encuentro, más que en el partido en sí. Aunque el partido estuvo muy meditado y preparado durante la semana y la motivación a los jugadores estuvo incluso más planfiicada que la propia preparación física (llegamos a ver el documental de "Informe Robinson" del Mundial de Sudafrica el día antes del partido), la cuestión fue que a medida que se acercaba el día del partido había un gusanillo en el estómago que normalmente no me aparece y en esta ocasión sí. Pero el mismo día del partido mi subconsciente me calmó (como suele hacer siempre) y algo me dijo que iba a ser divertido y agradable volver a un lugar donde has trabajado en una gran parte del tiempo muy agusto. Y así fue.
Llegamos casi todo el equipo temprano al campo y cuando los jugadores comprobaron el cesped, pronto entramos al vestuario. Sin darme cuenta algo me hizo entrar en el vestuario local por la inercia, pero rectifiqué y fui al correspondiente. La charla creo que fue demasiado larga dando más importancia al aspecto motivacional e incluso "sensiblero" que al táctico. Demasiada información del rival que no fue nada buena. Los jugadores salieron a calentar y decidí, por primera vez en toda mi carrera de entrenador, que el calentamiento no lo haría yo. 'Peru' se encargó mientras me quedé solo en el vestuario meditando y preparando las estadísticas de partido, al poco, un par de amigos de la directiva de Santovenia entraron y charlamos animosamente. Esa charla me ayudó a quitarme la tensión y a salir sin ningún temor.
El primer tiempo fue verdaderamente horrible de juego en general y de despropósitos de Simancas en particular.El 1-0 a los diez minutos fue corto para lo que pudo ser.Y ahí cavaron su fosa mis ex. En el descanso por primera vez en muchos años hice un cambio.No me gusta hacer cambios en el descanso a no ser que sea por lesión pues parece que señalas a alguien en particular cuando los errores eran muy generales. Pero era necesaria una pequeña revolución, un golpe de mano y la búsqueda rápida de la victoria. En el vestuario, en el descanso, hablamos de orgullo, de intensidad, de motivación, de físico, de orden... demasiadas cosas y demasiado variadas para algo como un juego sin más.
La salida parecía un calco al primer tiempo hasta que de repente.... algo ocurre y un equipo se frena y el otro acelera. Como si unos jugadores les hubieras puesto tobilleras lastradas y otros hubieran tomado algo en el vestuario.Cambios de jugadores, cambios de sistema y Simancas levanta la cabeza y Santovenia la comienza a agachar... A los veinte minutos de la nada o quiza de la insistencia: empate. Y pregunto a los chicos del banquillo dejamos tres puntas y vamos a por la victoria o punto es punto?
Todos al unísino: - A por la victoria!!!
De la insistencia, a la recolecta de un trabajo duro y planificado, y la recolecta estaba en el minuto 26: 1-2!!
El empate lo celebré. La victoria no. (hablo de gestos).
Era el momento de ser cancheros y los jugadores lo interpretaron. Faltó matar el partido para respirar, pero Simancas es asi...
El final perfecto. Victoria necesaria y sombrerazo para todos los locales pues a nadie, público, jugadores y directivos se les olvidó darme la enhorabuena.
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