Dentro de las tendencias actuales que han analizado el proceso de iniciación deportiva, existe un variado mosaico de opiniones. En líneas generales, dichas tendencias se mueven en un "continuum" que va desde promover una educación física genérica y previa al contacto con el deporte, hasta la postura opuesta, es decir, la defensa de una especialización deportiva específica, pasando por una postura ecléctica que se situaría en postular una práctica polideportiva generalizada; el llamado multideporte.
No es difícil acercarse a una instalación deportiva y ver monitores/entrenadores que plantean ejercicios o entrenamientos puramente físicos en jugadores de deporte base. Más que en deporte base (que abarca hasta juvenil) sería la fase que comprende desde niños prebenjamines hasta alevines. En estas edades, los niños no necesitan trabajar condiciones como la resistencia o la fuerza ya que están en pleno proceso madurativo y no se darán adaptaciones a estos niveles.
Muy diferente es en cuanto a su capacidad coordinativa y técnica. En estas edades, los niños tienen un enorme potencial para aprender nuevas destrezas y movimientos, por lo cual todas las actividades técnicas con pelota/balón, coordinativas, de psicomotricidad y que impliquen fomentar su creatividad, serán adaptadas a un nivel mucho mayor que en edades más avanzadas.
Muchos especialistas piensan que una preparación deportiva debe fundamentarse en una educación física general. Uno de los primeros en defender esta tesis fue Seurín (1960) quien utilizaba como argumento los siguientes razonamientos:
- No a los esfuerzos deportivos prematuros.
- No a la especialización deportiva prematura.
- Polivalencia en la preparación deportiva.
El concepto de deporte carece de significación antes de los 9 años, la supuesta iniciación deportiva dirigida a niños de 5 a 9 años es sólo una caricatura de la actividad adulta, expresada a veces como un condicionamiento gestual precoz.
En infantiles y sobretodo en cadetes y juveniles sí que se pueden dar adaptaciones a nivel físico, por lo que la preparación física empieza a cobrar sentido y podrá marcar diferencias, pero no antes.
El entrenamiento deberá ser considerado un proceso pedagógico organizado, de larga duración, cuyo objetivo es el desarrollo de las adaptaciones óptimas que son necesarias para el logro del máximo rendimiento y su mantenimiento a través del tiempo, en todos los niveles de actividad y a todas las edades.
Extrapolando todo esto al fútbol base podemos encontrarnos los problemas que llevan a muchos responsables de equipos base a trabajar a máximo rendimiento debido a:
- Ganar por encima de educar
- La especialización: entrenamientos semanales encarados a una especialización precoz del jugador sin dejar lugar a la experimentación y educación motriz.
- Fichajes en edades tempanas + cambios de clubes. No es raro ver chicos que a edades tempranas ya hayan cambiado de club más de una vez. Los clubes “fichan” y los padres se dejan atrapar sin pensar que lo que el crío quiere es jugar con sus amigos y pasarlo bien.
- Discriminación tiempo de juego de cada niño según resultado. Aunque se predique el carácter lúdico del fútbol desde los clubes y entrenadores, siempre se tiene cierto afán de ganar que hace que dependiendo del partido o del resultado jueguen unos críos u otros en función del nivel de cada uno.
- Entrenadores no preparados. Los mejor entrenadores, con más conocimientos, experiencia y motivación deberían entrenar a los más pequeños ya que es en estas edades cuando realmente se pueden marcar las diferencias y dónde se van a dar cambios importantes de cara al futuro del jugador.
- Influencia negativa de algunos padres y madres. La figura de las familias puede llegar a ser un elemento de gran influencia. Muchos padres y madres, sin darse cuenta, están afectando negativamente a sus hijos por su afán de ganar, de inmiscuirse en decisiones técnicas y por tener actitudes “belicosas” ante rivales y árbitros
Otras características primordiales que afectan al mal desarrollo físico-educativo del menor son:
- Malas condiciones de entrenamiento.
- Material no acorde con la edad y nivel del practicante.
- Aglomeraciones. Muchos clubes quieren abarcar más niños de los que realmente pueden o deben. Este afán económico deja de lado la calidad del servicio, la educación del niño y el disfrute del deporte como tiene que ser.
- Horarios desproporcionados a la edad del jugador. Relacionado con el punto anterior, muchos clubes, por no tener espacio en las instalaciones, lo que hacen es establecer horarios de entrenamiento totalmente impropios para la salud y calidad de vida del niño. Por ejemplo entrenar a las 20 horas acabando así a las 21,30 teniéndo que madrugar a la mañana siguiente para ir al colegio.
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