"Aprender de tus errores te hace inteligente;
aprender de los errores de los demás, te hace un genio"
Hay situaciones durante la competición en las que el deportista en lo único que piensa es en “no fallar” la acción técnica que tiene delante. Este pensamiento, aparentemente correcto, puede tener consecuencias muy negativas sobre la actitud y concentración del jugador. Aquí es donde el mayor nivel de inteligencia emocional va a ayudar a gestionar de mejor forma no sólo ese error sino también como asumir posteriormente sus consecuencias.
Errores de concentración: Cuando el jugador está centrado en “no fallar”, la mente está pensando en el fallo. Ejemplo: Si yo le digo: “no pienses en un coche amarillo”. ¿En qué pensó? Lo más probable es se haya imaginado un coche amarillo. La causa es que el deportista no está indicando a la mente lo que tiene que hacer, sino lo que no tiene que hacer.
Se llama inteligencia emocional a la capacidad de controlar las emociones para poder ser lo más productivo posible en la actividad que estemos realizando. Esta capacidad cada vez es más relevante en el ámbito deportivo. Se sabe de la importancia de la actividad física como efecto antidepresivo pero aún no se acaba de sacar rendimiento suficiente a la inteligencia emocional para la mejora del éxito deportivo.
Hablando de emociones, lo ideal en el deporte es el control sobre ellas para conseguir el adecuado equilibrio que nos pueda hacer perder el control ante la situación que tengamos que afrontar. El psicólogo americano Goleman afirma que las personas que tienen que luchar con mayores batallas emocionales tienen menor capacidad de concentración y de pensar con claridad, por lo que son menos eficaces en su vida diaria.
La inteligencia emocional está formada por cuatro habilidades:
a) La habilidad de reconocer nuestras emociones para saber etiquetarlas y ponerles nombre.
b) Ser capaces de producir emociones que faciliten el pensamiento.
c) Entender nuestros cambios emocionales.
d) Dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas.
Si somos aptos en estas cuatro habilidades podemos considerar que tenemos todos los instrumentos para conseguir el éxito en la vida tanto en el ámbito laboral como en el académico y en el deportivo.
Tradicionalmente, los programas de preparación del deportista para el alto rendimiento han concedido mucha más importancia al progreso técnico y a la mejora de la forma física que al desarrollo de los factores psicológicos. Sin embargo, las múltiples exigencias de la competición, el elevado nivel de compromiso personal y la necesidad de rendir siempre al máximo han hecho que la preparación psicológica del deportista se convierta en algo tan necesario como puedan serlo la
preparación física o la preparación técnica.
La Inteligencia Emocional y el Deporte están íntimamente relacionados, hasta tal punto que muchas de las técnicas de relajación, concentración, visualización son compartidas y, así, cada vez más, los clubes, las federaciones e incluso los entrenadores están contando más con profesionales para que implanten estas técnicas y mejorar así el rendimiento de los deportistas.
Esta aparición de la inteligencia emocional en los deportistas puede provocar menos bajas deportivas, aumento del rendimiento deportivo y menos abandonos en plena competición, lo que hace que sea motivo de interés de estudio tanto para el mundo deportivo como para la sociedad en general.
Las emociones producen una alteración fisiológica en el organismo donde cada una juega un papel especial modificando la realidad presente. Nuestro cerebro recoge la experiencia, comparando y asociando lo que pasa en el presente con situaciones pasadas emitiendo una orden para actuar de la misma manera conocida. La memoria explora lo que ocurrió en el pasado con lo que pasa en el presente. Sólo basta que algunos elementos sean percibidos y asociados para despertar reacciones que fueron grabadas tiempo atrás.
Las emociones, inducidas por componentes neuro-químicos, producen cambios psico-fisiológicos que alteran las funciones respiratorias, cardiovasculares y otras respuestas corporales. Todo esto te pasa en milésimas de segundo sin que te des cuenta ante situaciones de peligro. Imagínate con todo ese cambio físico interno cómo puedes estar concentrado y listo para el juego. En el deporte ponemos en juego nuestras habilidades para obtener resultados, pero muchas veces las aplicamos mal, dejando que la emoción nos inhiba en la acción.
Por todo esto, el manejo de situaciones es un entrenamiento importante de todo deporte, tanto de riesgo como de competencia y tenemos que aprender a trabajar con ellas para saber diferenciarlas. Tener una visión clara, y poder trabajar sobre la realidad presente ante nuestras limitaciones, admitiendo el error humano y trabajando sobre ello.
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