Hasta el más experimentado y veterano deportista en momentos decisivos, donde una acción técnica resuelve entrar o no en la historia, le tiembla su estomago, la acción contracción-relajación muscular no se completa, la boca se reseca, una extraña arritmia se apodera de tu músculo cardiaco y a medida que se acerca la acción decisiva en sí, los ojos no aciertan a ver con nitidez el escenario final. El que toma la decisión de esa acción decisiva final dentro de un deporte colectivo, es digno de elogio, pero todos, aficionados, compañeros, rivales tienen que identificar en su mano, en su pie, en su cabeza, la fuerza y empeño de todos sus colegas y que un supuesto fallo es lo mismo que un supuesto acierto:el triunfo o la derrota de todos.
Roberto García Parrondo tuvo al menos cerca de cuatro minutos para pensar millones de cosas antes de tirar el penalty que decidiría la entrada en la historia del Balonmano Valladolid al poder acceder a la final de la 'Champios League EHF'. Primero hubo que esperar a que Dani, el fisio, entrara a la cancha para reconocer a Chema del golpe recibido al que los árbitros sancionaron con 'siete metros' a falta de dos segundos para el final. El marcador mostraba el fatídico, a la postre, 25-24, y Roberto iba a agotar los dos segundos antes de tirar el penalty para que no hubiera posibilidad alguna para el rival en caso de marcar.En su cabeza, la balanza de la gloria o el fracaso se mecía de una forma demasiado sarcástica mientras que millares de gargantas gritaban cánticos confiando ciegamente en un desenlace feliz.
El final más injusto del deporte es la decisión de algo tan importante en una acción técnica aislada mano a mano entre dos deportistas que dependen de un colectivo que ha luchado hasta el final. Grandes finales se han decidido por ese tipo de acciones (Riquelme el año pasado en champions, Djukic en el final de liga española más emocionante de la historia...) Pero cuando lo ves tan cerca y te toca tan dentro, ves la injusticia de un grupo modesto que mereció conseguir el pase a la final o sino haber perdido las opciones antes, pero no sufrir ese revés. Pero el deporte es así y sólo las grandes gestas se escriben así.
1 comentario:
Ay si formáramos desde niños en psicología deportiva que bien nos iría...
Por cierto, Juan Carlos Pastor dijo hace unos meses en una entrevista que él no creía en los psicólogos deportivos, unas lecciones a él le vendrían bien, unas lecciones acerca de cómo tranquilizar a un grupo y no alterarles más de lo que la situación por sí altera. Si aprendiera a controlarse y a no desquiciarse que bien les vendría a los jugadores.
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