lunes, 9 de enero de 2012

ARTURO CASADO y LA CIENCIA DEL ENTRENAMIENTO


Del berciano Sergio Gallardo solo llegaban noticias desasosegantes los últimos cinco años. Más cerca de la retirada definitiva que de la vida de atleta en activo por culpa de una insidiosa lesión de rodilla, Gallardo (33 años en marzo), parecía condenado a que solo el recuerdo de su medalla de plata en el Europeo en pista cubierta de Birmingham le impidiera caer en el olvido. Desde aquel 4 de marzo de 2007, Gallardo es, como Juan Carlos Higuero y Arturo Casado, uno de los tres de Birmingham, los tres españoles que coparon el podio de los 1.500 metros en aquel Europeo.

De Sergio Gallardo llegan ahora noticias, y buenas, de la boca, precisamente, de otro de los tres de Birmingham, el más joven, Arturo Casado, quien dice: "Aparte de prepararme para los Juegos de Londres, donde aspiro a una medalla, he empezado a entrenar a Gallardo. Nuestro objetivo son los 5.000 metros de los Juegos de Río 2016". Todo empezó, cuenta Casado, madrileño a punto de cumplir 29 años, licenciado en Ciencias del Ejercicio, cuando se vieron hace unos meses en Ponferrada. "Nos vemos de vez en cuando", dice Casado, "pero normalmente le entreno por e-mail. Le envío la planificación y lo vamos modificando según su respuesta. Como aún le molesta la rodilla aguanta mejor la carrera en intensidad y corta que el trote largo, pero eso es un proyecto a largo plazo".

Más que un atleta, Casado, campeón de Europa de 1.500 al aire libre en Barcelona 2010, es una persona con una enorme curiosidad intelectual, y pasión, por todo lo relacionado con el rendimiento, por el organismo del atleta, por la ciencia del entrenamiento. Si esa curiosidad apasionada le llevó el año pasado a pasar unas semanas en Iten (Kenia), empapándose de la vida y los métodos de los mejores atletas del mundo, y buscando material para su tesis sobre el peso de la genética en el rendimiento, ahora su entusiasmo le ha transportado a la Costa Oeste de Estados Unidos, al trabajo de Alberto Salazar en el Proyecto Oregón, cuya principal muestra fueron las dos medallas, oro y plata, del británico Mo Farah en el Mundial de Daegu, y el resurgir del fondo estadounidense, atletas blancos que logran marcas que se pensaba reservadas a los negros.
"La ciencia del entrenamiento es la clave, la investigación", dice Casado. Habla de que el futuro pasa por la epigenética -"¿sabes que si una mujer pasa su embarazo en altitud los cambios que se producen en el feto para adaptarse a la pobreza de oxígeno se mantienen toda la vida?, lo acaban de demostrar con ratas"-, de cómo el investigador que puso en marcha la página scienceofrunning.com, Steve Magness, es ahora uno de los principales asesores de Salazar, y también habla de la historia, de Percy Cerutti, el entrenador que creó al gran Herb Elliot haciéndole correr por las dunas australianas y demostró que se pueden combinar entrenamientos de volumen y de intensidad, o de Peter Coe, padre de Sebastian, el dominador de la milla en los ochenta.

"Me inspiro en ellos, pero también aplico todo lo que aprendí en Kenia", dice Casado, quien propugna el diálogo constante del atleta con su entrenador -"para que el entrenamiento sea efectivo el atleta debe saber por qué hace lo que hace"- y que reconoce que su modelo es Renato Canova, el italiano que después de sacar grandes fondistas en su país viajó a Kenia en 1998 y protagonizó la gran revolución atlética del país africano. "Entrena a los mejores y ha logrado que todos sean capaces de rendir a lo largo de toda la temporada, no solo en los grandes campeonatos", dice. "Eso es lo que tenemos que conseguir".
(artículo El País)

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