En estos tiempos que corren, donde la gente cada vez se replantea su salud desde la perspectiva de la prevención y no tanto desde la de la curación, parece ser que cada vez más, los que van pasando de los treinta y tantos, deciden cuidarse y no sólo en el ámbito de la estética si no más bien en el del corazón. Y no me refiero a esos mal llamados programas del corazón que no es más que bazofia y tiempo dedicado a lo cutre, me refiero a la “limpieza” de nuestro corazón y de nuestros canales vitales (venas, arterias, capilares…).
Ayer, día 31, fin de año, me sorprendió como en la carrera absoluta del Cross de la Rondilla, tradicionalmente llamado “Las Doce Uvas”, el número de corredores se había casi triplicado con respecto a no hace muchos años. En hombres llegaron a meta más de ochocientos (desde los senior a los más veteranos) y en mujeres casi el centenar cuando estas últimas, en los albores del siglo XXI eran un puñado de no más de veinticinco mujeres que además, prácticamente todas, se dedicaban al entrenamiento continuado incluso de semiélite. Esto quedaba corroborado y ratificado tras la agradable y sorprendente impresión que nos dejó la San Silvestre salmantina que contó en su carrera absoluta con casi cuatro mil entusiastas atletas.
Y eso será por algo… yo llevo corriendo toda la vida, ahora en plan tranquilo y basando el recorrido de kilómetros y kilómetros al mantenimiento del estado de salud física y mental y al placer de correr sin más. Antes, en los ochenta y noventa, corría para ganar, corría para ser el más rápido (unas veces lo conseguía y otras muchas me quedaba impotente tras el esfuerzo agonístico de semanas y semanas de entrenamiento extenuante) ahora no queda otra que disfrutar y parece ser que los que desde el otro lado decían “…es que correr por correr es un aburrimiento…” se están viniendo a este lado y poco a poco disfrutan de la sensación de disfrutar cumpliendo un objetivo sea mínimo o máximo y poner al cuerpo, primero en estado de revista, y segundo probando lo que cada uno puede hacer con sus músculos y su mente.
Y parece ser que un grupo de amigos quiere forjar algo que está muy de moda… el turismo-running. Con la pequeña gran idea de ir a correr la San Silvestre salmantina, muchos han tirado del hilo y han descubierto otra forma de disfrutar de los amigos y del turismo haciendo deporte. Comenzando con una carrera en Boecillo a mediados de diciembre, el punto culminante como caldo de cultivo ha sucedido en Salamanca, en dicha carrera, y ahora en “Las doce uvas”.
Ahora ya sólo queda ver quien se monta definitivamente en el carro, poner un nombre a este “proyecto”, entrenar, cuidarse y disfrutar viajando y corriendo.
La idea surge del motor del grupo, Urdam que está moviendo con sus ganas el organismo del resto y ya tiene en mente hacer unas camisetas como primera piedra de inicio. Urdam, que va como un tiro y su margen de mejora aun es espectacular ha lanzado el guante a ver quien lo recoge. El guante lo ha recogido sin dudar la pareja Eva/Alvaro que se han metido en esto ya hasta la cintura y cada día, no sólo mejoran, si no que disfrutan más. Y la otra pareja que son auténticos motores diesel Keka/Edu no fallan a ninguna cita y su progreso es cada vez mayor. Diego, que como yo, no tiene pareja atlética, no necesita ánimos, tiene metido el deporte en pecho y espalda y le da igual un día jugar un partido, como pilotar un monoplaza, o correr a toda caña en Salamanca. Además hay resaltar el sacrificio y tenacidad de Mary en Salamanca que con todo el tesón del mundo fue a la que hay que encumbrar más terminando una carrera dura sin poder haberla preparado. Siguen uniéndose efectivos. Ayer Rober y Susana, atletas en otros tiempos también pusieron este granito en el proyecto. Y luego, un servidor, que con que me nombre la palabra correr salgo disparado. Que no se nos olvide la participación en Salamanca de Rosalía, Miguel y Alberto.
Nombres para el equipo/proyecto: CORRECAMINOS, PALESTRA , KRONOS, DRONEAS (correcaminos en griego), ENRRUTADOS, VALLADOLID OLIMPICO, AMIGOS ATLETICOS…. Se acepta todo tipo de ‘palabro’.
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