miércoles, 20 de noviembre de 2013

El entrenamiento invisible como factor de rendimiento en el deporte.

El significado de la palabra entrenamiento lo conocemos todos de sobra, pero lo que muchos desconocen es que existen diferentes formas de entrenar nuestro cuerpo.
El más conocido de todos es el entrenamiento activo, en el que entra en juego la actividad física en sí. Pero existe otra forma de entrenar que conocemos como entrenamiento invisible y en la que no realizamos actividad física como tal, sino que el entrenamiento lo llevamos a cabo de forma pasiva, a través de hábitos de conducta que nos llevan a un correcto desarrollo corporal.
El entrenamiento invisible es el conjunto de procesos de recuperación adicionales y las actividades no físicas que contribuyen a la mejora de resultados deportivos.

El entrenamiento no termina cuando acabamos de ejecutar nuestra sesión, sino que esa actividad física es simplemente una de las partes. Las condiciones previas con la que afrontamos un entrenamiento y la recuperación posterior al ejercicio físico, son partes de igual o mayor importancia. A mi entender el entrenamiento invisible es, al fin y al cabo una forma de vida, pues se extiende desde que termina una competición o entrenamiento hasta que comienza la posterior actividad física, hayan pasado las horas o días que sean. El entrenamiento invisible es todo aquello que hace el deportista mientras no está entrenando. Actitudes, hábitos, gestión del tiempo, nutrición, descanso… En resumen, es lo que toda la vida se ha denominado CUIDARSE. (pero con criterio)

Cuando terminamos la actividad física nuestro cuerpo sigue activo. En este momento el organismo necesita los suficientes nutrientes para recuperarse del esfuerzo y afrontar de nuevo una actividad física. Es por  lo que tenemos que poner especial cuidado en la alimentación.

El entrenamiento invisible no solamente se realiza con la alimentación, sino que la hidratación es importante para mantener las fibras musculares en perfectas condiciones. Tenemos que tener en cuenta que las células necesitan estar bien hidratadas, pues gran parte de ellas están formadas por agua que obtenemos a través de los líquidos que ingerimos, así como las sales minerales, necesarias para la perfecta recuperación. Gran cantidad de lesiones incomprensibles se producen debido simplemente a la falta de un par de vasos de agua en nuestro interior.

Los masajes y las actividades encaminadas a aliviar la tensión muscular son complementos para culminar el entrenamiento y maximizar los beneficios que éste va a tener en nuestro cuerpo. Cuando realizamos actividad física normalmente los músculos se tensan y se contraen. Una manera de que se relajen, y una buena forma de conseguirlo es con masaje, estiramientos, crioterapia, etc.

Pero el rey del entrenamiento invisible es el descanso. Es primordial que durmamos entorno a ocho horas diarias respetando siempre los horarios. De esta manera estaremos contribuyendo al descanso muscular y a su crecimiento, pues es durante el sueño cuando el organismo libera las hormonas del crecimiento.

No siempre entrenar más se traduce en mejores resultados. Respetar y favorecer la recuperación del organismo son las claves para un mejor rendimiento. Evitar hábitos nocivos, sobre todo, nada más terminar la práctica deportiva es una de las partes más decisivas de este concepto de entrenamiento invisible. Fumar o tomar alcohol en momentos posteriores al entrenamiento, cuando el organismo aun está ajustando el desgaste muscular y cardiorrespiratorio, es uno de los mayores perjuicios que se puede "regalar" al cuerpo de uno.

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