Todavía recuerdo aquellos partidos a las nueve de la mañana que había que quedar a las 8 y cuarto como cita. Todavía recuerdo aquellos campeonatos de España donde la eliminatorias eran a las once la mañana y había que levantarse a las siete para desayunar fuerte, rodar un poquito y estar decente en el evento en cuestión. Aun me acuerdo estar rodando a las siete de la mañana en Lorca en el año 89 para intentar pasar a las semifinales del Nacional Promesa porque era bueno para el biorritmo corporal esa adaptación y esa asimilación de los nutrientes ingeridos en el desayuno. Aunque madrugué y llegué a las eliminatorias en estado óptimo mis 10,97 en los 100 metros no fueron suficientes para conseguir mi objetivo. En el 93 no madrugué, incluso fui a la discoteca COCOLOCO de Gandía el día antes de la competición, me levanté cuando me dió la gana y conseguí no solo pasar a la semifinal sino que pasé a la dificilísima final e hice la mejor competición de mi historia deportiva. El entrenamiento invisible es muy importante y decisivo pero muchas veces por mucho entrenamiento invisible (cuidarse no beber, no salir, no fumar, no trasnochar...) no se sacan los grandes resultados y otras, sin preparar específicamente un gran evento, salen resultados inconcebibles. Muchos atletas dicen que sus mejores marcas son después de una noche de copa tras copa; algunos jugadores de fútbol aficionado se encuentran genial tras ir a jugar sin haber dormido; Dinamarca gana una eurocopa sin concentración y recopilando jugadores que ya se encontraban en periodo de transición en la playa.
"En 1981, en Oslo, conseguí el récord mundial de 5.000 metros, horas después de pillar una borrachera colosal", revela el keniata Henry Rono en su biografía que pronto será publicada. Rono fue un mediofondista sensacional. En 1978 consiguió batir los récords de cuatro carreras distintas del mundo en el transcurso de 81 días: 3.000, 3.000 obstáculos, 5.000 y 10.000 metros. Su dependencia del alcohol fue cada día mayor hasta que hace seis años terminó, sin dinero y sin ni siquiera un techo donde cobijarse, en un albergue de Washington.
"En aquel momento toque fondo. Si hubiera seguido un poco más abajo ahora mismo estaría muerto", cuenta Rono, quien llegó a engordar 34 kilos, de 63 a 95. En su desesperación llegó a acudir a la sede de Nike, su antiguo parocinador, en Oregon, donde le "despacharon malamente".El campeón de la tribu Nandi no toca ya una botella desde hace cinco años. Trabaja en Alburque (Nuevo México) como monitor de atletismo. Ha vuelto a descubrir el amor por la carrera y recuperado sus hábitos de hace ya treinta años: dos horas de carrera a las cinco de la mañana y otras dos al atardecer. "Quiero que sepa que vuelvo a correr y enseñar a la gente que aunque se caiga a lo más bajo, siempre puedes reemprender tu vida como he hecho yo"."Estoy volviendo a apreciar lo que hice en mis mejores años. Lo que no supe fue administrar el dinero y la popularidad que mis éxitos trajeron. Era un simple muchacho africano que se encontró de pronto en la cúspide del mundo y era muy difícil manejar una vida como esta. Pero he aprendido. He aprendido tanto", cuenta el campeón ex alcohólico.
"En 1981, en Oslo, conseguí el récord mundial de 5.000 metros, horas después de pillar una borrachera colosal", revela el keniata Henry Rono en su biografía que pronto será publicada. Rono fue un mediofondista sensacional. En 1978 consiguió batir los récords de cuatro carreras distintas del mundo en el transcurso de 81 días: 3.000, 3.000 obstáculos, 5.000 y 10.000 metros. Su dependencia del alcohol fue cada día mayor hasta que hace seis años terminó, sin dinero y sin ni siquiera un techo donde cobijarse, en un albergue de Washington.
"En aquel momento toque fondo. Si hubiera seguido un poco más abajo ahora mismo estaría muerto", cuenta Rono, quien llegó a engordar 34 kilos, de 63 a 95. En su desesperación llegó a acudir a la sede de Nike, su antiguo parocinador, en Oregon, donde le "despacharon malamente".El campeón de la tribu Nandi no toca ya una botella desde hace cinco años. Trabaja en Alburque (Nuevo México) como monitor de atletismo. Ha vuelto a descubrir el amor por la carrera y recuperado sus hábitos de hace ya treinta años: dos horas de carrera a las cinco de la mañana y otras dos al atardecer. "Quiero que sepa que vuelvo a correr y enseñar a la gente que aunque se caiga a lo más bajo, siempre puedes reemprender tu vida como he hecho yo"."Estoy volviendo a apreciar lo que hice en mis mejores años. Lo que no supe fue administrar el dinero y la popularidad que mis éxitos trajeron. Era un simple muchacho africano que se encontró de pronto en la cúspide del mundo y era muy difícil manejar una vida como esta. Pero he aprendido. He aprendido tanto", cuenta el campeón ex alcohólico.
3 comentarios:
Los casos únicos y curiosos de cosas mal hechas que salen bien son más comentados o recordados que los abundantes casos de preparar cosas bien preparadas y que renten resultados. Estoy segurísimo que el 99% de los campeones mundiales u olímpicos o de grandes torneos se cuidaron y prepararon concienzudamente para esa competición y no hicieron el estúpido el día o días antes. Hacer las cosas bien no garantiza que que se tengan resultados, pero sí aumentan la probabilidad de tenerlos. Me parece peligroso para los jóvenes abrirles la puerta de que se puede rendir sin prepararse a conciencia.
El problema es que cuando alguien prepara una competición como si en ella le fuera la vida, la presión de la misma puede que no le haga rendir de la manera más adecuada, por ahí debe ir la formación con lo deportistas jóvenes, por una óptima preparación, pero una relativa importancia (a nivel vital) de la competición a afrontar.
Atletismo Atletismo... Bendito deporte!!
Por cierto, estoy al 100% con F.A. Me parece muy peligroso ese aprendizaje, en el que cunden múltiples variables con las que no se cuenta, o esa asociación de que "la noche que salí la que mejor que fue". Por una vez que eso sale bien, cien, o mas, echan por la borda meses y meses de trabajo.
Y sé de lo que hablo.
Publicar un comentario