Estoy realizando un estudio sobre los hábitos deportivos de práctica de la actividad física de los pre-adolescentes y adolescentes de mi ciudad. Estudio que inicié en 2004 y que vuelvo a retomar este año para ver la evolución. A simple vista y sin comparar resultados, es alarmante el bajón del interés por la cultura física de gran parte de ellos.
La cultura física que poseemos se encuentra influenciada de forma determinante por el deporte competitivo. La consecuencia más evidente es que las personas adoptan el papel de espectadores de los grandes acontecimientos deportivos (fútbol, Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo o Ligas profesionales) y no satisfacen sus necesidades vitales de movimiento. Se prefiere ver que practicar. García Ferrando en su último informe sobre los hábitos deportivos de los españoles (publicada en el 2001 y editada por el CSD) apunta que el 63% de los /as españoles no practican ningún deporte y que este dato es superior con respecto al año 95. De entre los que si realizan actividad físico-deportiva, tan sólo el 16% practica varios deportes. Este dato nos indica que lo más frecuente es centrarse en un único tipo de actividad física. Se pierde, por tanto, la gran riqueza motriz que se obtendría de variar frecuentemente de actividad. Otros datos significativos son que el 24% manifiesta que no está interesado y que nunca ha practicado y que el 27% confiesa que estando interesado y habiendo practicado, en la actualidad no realiza ejercicio.Ante esta situación, que consideramos claramente negativa, los /as profesionales del sector debemos hacer autocrítica y analizar los motivos por los cuales las personas que practican deporte en la juventud lo abandonan de forma casi definitiva en torno a los 16 años. ¿Estamos haciendo algo mal en los centros educativos y en la formación deportiva?En los centros escolares existe un claro reduccionismo, de todo lo que podría significar una educación física completa. Nuestra labor se limita a enseñar las técnicas de un escaso número de deportes y al desarrollo de la condición física. Si bien es cierto que, poco a poco, aparecen nuevos contenidos como la expresión corporal, las actividades en el medio natural y los juegos tradicionales su tratamiento es demasiado superfluo para influir decisivamente en la educación de la persona. No sólo los contenidos constituyen el problema. Es necesario crear hábitos y, para ello, hay que conseguir que todos los alumnos disfruten con la práctica.
En muchas ocasiones en las clases sólo se divierten los más hábiles y, por el contrario, un número elevado de alumnos sufren por no ser capaces de dominar los ejercicios propuestos. Estos últimos, tras finalizar su escolaridad, respiran aliviados y se prometen no volver a calzarse unas zapatillas deportivas.En el ámbito de la iniciación deportiva se olvida con facilidad el objetivo de conseguir que la practica perdure a lo largo de la vida. Se exige demasiado, y demasiado pronto. En edades muy tempranas se realiza la especialización deportiva y se elimina, de forma casi absoluta, cualquier combinación con otras actividades físico – deportivas. Se priva al niño de la dimensión lúdica para centrarlo en el rendimiento, en la consecución del éxito y en escalar la pirámide hasta llegar a la élite. Todo aquel que lo consigue verá recompensado (quizás) su esfuerzo pero para los que queden en el camino la frustración supondrá una elevada probabilidad de abandono de esa disciplina y de todas las demás.Que la situación que vivimos no sea percibida con claridad por la sociedad puedo comprenderlo, pero que los profesionales no seamos conscientes de los problemas que nos afectan, es demasiado grave para asumirlo. Son demasiado escasas las voces que se cuestionan el sistema vigente y que aportan ideas que nos lleven a las soluciones. Pongamos nuestra mirada en países como Bélgica en el que el 72% de los hombres y el 56% de las mujeres practican deporte (García Ferrando, 1995) y olvidémonos del medallero olímpico y de las copas de Europa del Real Madrid. Esta debería ser nuestra meta y deberíamos trabajar todos juntos para conseguirlo.
4 comentarios:
Por aquí , hace años que no le encuentran explicación "lógica". Yo creo que es una cuestión de actitud: la de lo que el profesor de e.f. transmite.
Sus evaluaciones son de rendimiento: número determinado de vueltas en tiempo determinado, numero de encestes, tiempo que aguantan en la barra ¡ todavía!
Creo que se ha convertido en "otra" área tostón y quienes no llegan a los números indicados es para ellos una agonía. Lo pasan tan mal que juran y perjuran que "jamás" volveran a hacer deporte.
Otro problema es que perdemos de vista el tema de la diversión y el mascado eslogan de "hacer un poco de deporte para pasarnoslo bien". En la escuela y institutos actuales eso es un objetivo poco serio; aunque si analizamos detenidamente cómo se divierten nuestros jóvenes nos daremos cuenta que no les hemos enseñado a divertirse solos. En ese camino de diversión le hemos dado siempre un dedo para guiarlos y ,cuando les toca hacerlo solos, símplemente confunden diversión con transgresión.
totalmente de acuerdo
Yo trabajo con un entrenador ruso que me comentó hace un mes que en su país meterían en la cárcel a algunos profesores de educación física de España por "atentado contra la salud" por hacer pruebas como los 1000 metros o el test de Cooper a niños de 11 ó 12 años sin además tener entrenamiento específico para ello.
La carrera de 1000 metros supone un esfuerzo (dosificable) de no más de 6 minutos, donde cada uno puede ir al ritmo que desee pues el objetivo es acabarlo cada día un poquito mejor. En las clases, cada día, se dedica un poquito a la mejora de las cualidades físicas para poder esforzarse y mejorar. Otra cosa es el anti-pedagógico y agonístico test de Cooper que busca rendimiento y no autocontrol o mejora como es una prueba de 1000 metros. Un niño de 11-12 años está preparado simplemente por crecimiento fisiológico a un esfuerzo aeróbico de entre 3 y 6 minutos. En mi país deberíamos meter en la cárcel a tanto proteccionista desinformado.
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