Suscribo al cien por cien las reflexiones de Vicent Añó cuando se pregunta quién son en realidad los verdaderos profesionales del deporte.
Una pregunta tan aparentemente sencilla no es fácil de responder. Es más: no se puede responder porque en estos momentos no se sabe quiénes son los profesionales de la actividad física y el deporte. No hay una regulación profesional que lo diga.
Hoy si está más claro quién puede ser un enseñante de la materia de Educación Física: los maestros especialistas en Educación Física y los Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Las Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas son las que exigen la titulación para acceder a las plazas públicas y el Colegio de Profesores y Licenciados en la materia velan porque quienes imparten esta asignatura en los centros privados tengan esa titulación. Es más tienen que estar colegiados para poder hacerlo.
Pero no siempre ha sido así. Hasta 1982, en que salió un decreto «regulador» de la cuestión, había 141 certificados (digámoslo así, pues la mayoría no eran títulos de nada), que facultaban para dar clases en la enseñanza de esa materia conocida en la calle como «gimnasia». Y así nos iba. Aquello acabó en dos tiempos: con ese decreto de 1982 y con la convocatoria de las primeras oposiciones a profesores de enseñanza secundaria (bachillerato en aquel momento) en toda España en 1985. Ahí sólo pudieron acceder los ya licenciados que hubiesen convalidado sus antiguos títulos, según el decreto de 1982. Pues bien, esa misma situación sigue presente en todos los otros campos de la Actividad Física y el Deporte, que no son la enseñanza. Y cuando uno «vuelve la vista atrás», ve que no hemos hecho caso al gran poeta español Antonio Machado y hemos seguido pisando la senda indebida.
Así, nos podemos encontrar con gente al frente de gimnasios sin titulación o con titulaciones de academias «raras»; individuas/os impartiendo clases de esa actividad tan de moda hoy como «pilates» y similares, con un certificado de «alguien» que dice ser titulado en esa forma de hacer gimnasia suave o mantenimiento físico (pues no otra cosa es) sin que sepamos quien, cómo, y cuando ha aprobado esos estudios y qué reconocimiento tienen; «misters» entrenando equipos deportivos sólo por ser simples aficionados; a otros más atrevidos yendo a casas particulares a preparar físicamente al inquilino que paga por tener un «personal coach» (el «coaching» ese que se ha puesto de moda, también, con su nombre en inglés, ¡qué manía!, como si eso diera una pátina de embellecimiento al título, que a veces lo que hace es esconder el no título) cuando, a lo mejor ese «coach» no pasa de ser un entrenadorcillo de 3ª división; y en fin un montón de actividades más que están sin regular y que ni siquiera muchos ayuntamientos cuando sacan una plaza de gestor municipal de una instalación o cualquier otra actividad cumple con la normativa de adecuar el perfil de la misma a su categoría administrativa. Se quedarían Vds., estupefactos si conocieran la cantidad de plazas municipales recurridas cada año, incluso ante los tribunales, por el Colegio de Licenciados.
La regulación profesional es un «marrón» que le ha caído al nuevo Secretario de Estado para el deporte, Albert Soler. Venía de antes. En la legislatura pasada todo parecía indicar que después de treinta años de lucha, por fin la cosa se iba a aprobar en el parlamento español, pues el CSD y su anterior Secretario de Estado, Jaime Lissavetzky tenían el borrador ultimado y consensuado con bastantes colectivos. Pero, finalmente no pudo ser y quedó para esta legislatura en la que, extrañamente, la cosa ha quedado parada y varada. Es cierto que la cosa no es fácil de regular y la tendencia europea parece ser la contraria: a desregular o, al menos, a eliminar las colegiaciones obligatorias allí donde se pueda (lo que nunca ocurrirá en medicina ni en la abogacía, cuanto menos), pero aquí se está jugando con la salud y no se quieren dar cuenta. Que un indocumentado imparta clases de mantenimiento físico bajo alguna de las denominaciones estrellas nuevas imperantes puede desgraciar a más de uno.
Sin embargo, la cuestión ha cogido un nuevo impulso merced a la constitución de la Asamblea Nacional de Estudiantes de CCAFYDE de España, que está desplegando una buena «movida» y, por ejemplo, recibieron al nuevo Secretario de Estado, con una manifestación pidiendo la regulación profesional. La cosa no iba contra él, que además es Licenciado en el tema, sino que estaba convocada antes y coincidió. Hasta ahora los estudiantes habían estado bastante parados, pero les acucia el empleo. Las plazas en la enseñanza salen con cuentagotas, los que se dedican al terreno deportivo, salvo excepciones tiene sueldos de miseria y en el resto hay tal intrusismo que les está obligando a moverse y mucho.
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